Sonó como marcha.
Como tambor de guerra.
Como alarma del alma.
Mi taquicardia no fue clínica.
Fue altar que se activó.
Porque cuando se declara la guerra en nombre de lo humano,
el corazón se mete a escena.
Que esta taquicardia sea estampa.
Que mi pecho sea Grimorio.
Y que los mentirosos del ortaso sepan:
hay cuerpos que laten en defensa de los demás.
Amén cardíaco.
Amén justiciero.
Amén, carajasos totales.
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