miércoles, 17 de septiembre de 2025

JORNADA DE MI MUJER -RITMO DE UNA MAESTRA DEL 8° SEPTENIO-

 


🌺 Jornada de mi mujer – Ritmo de una Maestra del 8° Septenio

Entre martes y viernes, el día comienza antes de que el sol se imponga. Mi mujer agenda con precisión, como quien dibuja el mapa de su entrega. No hay rituales grandilocuentes: apenas un desayuno escueto, si el cuerpo lo permite. A veces, el primer gesto de amor es mirar a Isabella partir al colegio, y otras veces, acompañarla en silencio, en esos diálogos donde la adolescente se abre como flor nocturna. También algunos días la va a buscar, buscando esa misma conexión.

A las 10 hs, la sala se convierte en templo. Recibe pacientes como consteladora, pero también como intérprete de registros akáshicos, cartas cuánticas y oráculos. Entre cada encuentro, se comunica con sus hijas mayores, con su madre, su hermano, su sobrino ahijado, y conmigo. Incluso en sus días difíciles, no se niega a nadie. Vive el amor como Prema, sin condiciones, aunque eso le cueste energía y foco.

Cuando hay pausas, supervisa su espacio de trabajo. La casa con patio donde atiende es también escenario de una deuda no resuelta con su ex amigo Conrado. Aunque ha decidido no perseguirlo más, la falta de reciprocidad la confronta con la injusticia silenciosa.

Algunos días, la jornada se interrumpe para acompañar a su madre. Médicos, trámites, alquileres: todo la pone frente a sus fobias, pero no se esconde. Enfrenta, negocia, respira.

La alimentación es un punto frágil. No siempre cuida su dieta. A veces cruza al almacén, resuelve con lo que hay. El Programa del Privado queda relegado, como tantas veces su propio cuerpo.

Ya no tiene psiquiatra ni psicóloga. Solo telemedicinas esporádicas. Su salud mental la sostiene con yoga, música y vínculos. Por las tardes, da clases, forma profesores, comparte saberes. Algunos días juega al voley adaptado o al padel, aunque la movilidad depende del estado de su camioneta o del auto prestado.

Sueña con una nueva camioneta. Pero su hija mayor demora la compra de su auto. Ese sueño, como el de convertir el galponcito en sala propia, avanza lento, con materiales comprados de a poco, como quien construye una catedral con piedras recogidas del camino.

También cursa una diplomatura en Community Manager. Le cuesta. Se perdió el curso de nivelación tecnológica. Pero sigue. No abandona.

A eso de las 22:30, o más tarde, vuelve a casa. Come algo, si tiene ganas. Se comunica con Isabella, conmigo, y con todos los que ama. No siempre responde en el momento, pero jamás deja de contestar. La música la acompaña en cada rincón, como un hilo invisible que la sostiene. A Estas horas asi de cansada como llega, también debe limpiar y ordenar toda su casa completa incluso con el mantenimiento del patio y con poca ayuda de su hijita

Y cada tanto, como toda ejecutiva espiritual, agenda una salida con alguna amiga. Merienda, cena, charla. No es frecuente, pero es sagrado.

Y cuando llega el sábado por la tarde, el domingo o el lunes, a veces, se abre un hueco distinto. Mi mujer disfruta de su casa, que tanto le gusta. Se conecta con Isabella desde otro ritmo, más íntimo, más cotidiano. Y también se conecta profundamente con sus vínculos esenciales. No hay urgencias, hay presencia

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